Cuento maracucho
Ese día Romualdo y Samuel se encontraron en el Centro, por las Torres. - ¿Qué paso Romualdo, no te iban a dejar salir? - No, chico, lo que pasa es que cuando iba a abrir el portón para abrirlo para sacar el carro, vi unos motorizados pasando poco a poco por el frente, más sospechosos que polero a las 3 de la mañana. - ¡Ajá! ¿Y esa vaina? - inquirió Samuel. - No sé, pero vos sabéis como soy yo de desconfiao. Además, en estos días mi hermana Elba me contó que a la viejita Hermelinda que vive cerca de su casa, en La Polar, le robaron un pantalón nuevecito del nieto de ella, y la pobre vieja anda todavía llorando más que bolsa e’ hielo. - No digo yo, llorar. Sobre todo porque el nieto de esa señora es más inútil que teclado sin enter . Ya es un viejo y la viejita lo trata como si fuera un carajito. - Vértale si, pero igual eso de que le roben a uno la mejor mudita de ropa es más feo que chuparle los dedos a un mecánico. - Menos mal que vos no tenéis la casa por dond...